Nadie pone en duda que vivimos en un mundo cada vez más digital, donde la importancia de Internet es cada día mayor y en el que las estrategias de marketing pasan necesariamente por encontrar clientes a través de la red. Pero sin embargo los catálogos impresos siguen siendo todavía un recurso necesario para mostrar los productos y servicios que ofertamos y captar nuevos clientes.

A pesar de que todos los detalles de los productos y servicios que ofrecen las grandes empresas se pueden encontrar con facilidad en las webs corporativas, los catálogos impresos siguen siendo una poderosa herramienta de marketing que permite que la información de nuestra empresa se quede de forma permanente en los despachos o domicilios de nuestros clientes obteniendo un impacto mayor que el que podríamos conseguir con una visita a nuestra página web.

Diferentes estudios demuestran que cuando navegamos por Internet nuestro cerebro adopta de forma inconsciente una actitud de exploración activa a diferencia de la actitud receptiva que adoptamos cuando leemos un libro o en papel. Por lo tanto la persona que recibe nuestros productos en un catálogo impreso estará con una predisposición mayor para estudiar nuestros servicios, y contratarlos si les conviene, mientras que a través de Internet hemos de captar su atención desde un primer momento para buscar una contratación más impulsiva logrando que al menos nos facilite un email o forma de contacto para abordar al potencial cliente en otro momento ya que no lograremos retener su atención durante mucho tiempo.

El catálogo no es únicamente una publicidad de nuestros productos si no que forma parte de la identidad corporativa de la empresa. La presencia en Internet no ha restado valor a estas publicaciones si no que la complementa. Una adaptación de esos mismos catálogos en formato digital permite llegar de una forma más rápida a un número muy elevado de potenciales clientes.

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