Muy comúnmente, cuando estamos estudiando diseño gráfico, dejamos en segundo plano la parte más técnica y aburrida que resulta ser el paso previo a imprimir, es la conocida (y tediosa para muchos) asignatura de Preimpresión.

En nuestros tiempos de estudiantes nos encontramos en plena efervescencia de ideas, en un periodo de auto-conocimiento, y nos interesa más averiguar hasta dónde puede llegar nuestra creatividad que cosas tan terrenales como las normas básicas para preparar un archivo que va a imprenta. En mi escuela la asignatura “Técnicas de producción” era el equivalente a gimnasia o manualidades en el colegio, no la tomábamos muy en serio, por su puesto en el fondo pensábamos que ya tendríamos tiempo de aprender todo eso cuando por fin nos encargaran trabajos reales, en la vida real!!… entonces ya veríamos, ahora tocaba soñar y crear!!!

Mi caso fue muy parecido al resto de mis compañeros, pero como soy hija de impresor (mi padre es tipógrafo y propietario de una imprenta), por respeto a el y su profesión (y morriña todo hay que decirlo) intente prestar toda la atención que pude… y ciertamente al poco de terminar la carrera, descubrí lo equivocados que estábamos todos los futuros diseñadores al no darle casi importancia a ese asunto, y lo caro que podíamos pagarlo al comenzar nuestra experiencia profesional…

Las imprentas, como negocios que son, tienen dos objetivos muy claros: hacer el trabajo perfecto de manera que el cliente quede satisfecho y también hacerlo en el menor tiempo posible, aumentando así la productividad. Para poder cumplir estos objetivos es primordial que el diseñador prepare un arte final que cumpla con las normas básicas, y aunque imagino que muchos de los profesionales que leen esto ya las conocen.

Voy a explicarlas a modo de resumen:

Modo de color:
Todos los archivos que van a imprenta tienen que estar en modo CMYK (cyan, magenta, amarillo y negro). Las imágenes a todo color, ya sean fotografías, ilustraciones etc… se consiguen plasmar en el papel con sólo 4 tintas. En el ordenador, cuando estamos elaborando nuestro arte final, debemos asegurarnos de que todas las imágenes están en ese modo de color, porque si están en RGB (colores luz, aptos para visualizarlos en pantalla, webs etc…), y los llevas así a imprenta, el resultado de esa conversión a 4 tintas es impredecible, a veces el resultado es apto, pero otras resulta un desastre, es por eso que en cuestiones de impresión, es mejor dejar al azar la menor cantidad posible de factores. Por lo general los colores tienden a apagarse un poco cuando los pasamos de RGB a CMYK, sobre todo los azules.

Sangrados:
Lo ideal sería que todos los diseñadores, antes de comenzar nuestra carrera profesional, hiciéramos prácticas en el taller de manipulado de una imprenta. Es allí donde uno encuentra el sentido a todos esos requisitos que tanto nos exigen a la hora de encargar una impresión. Cuando nuestro archivo tiene un color de fondo, o una imagen que llega a sangre (hasta la línea de corte del papel), es imprescindible extender ese fondo o imagen unos 3 milímetros por fuera de la línea de corte. Esta norma debes cumplirla siempre, no importa que se trate de una tarjeta de visita, un flyer o una revista de 120 páginas.

Los sangrados evitan que en tu trabajo terminado aparezcan indeseables líneas blancas no impresas en los bordes. Las guillotinas suelen tener algún milímetro de imprecisión incluso en los trabajos de placa (tarjetas, flyers, etc…), y el proceso de manipulación de una revista o libro tiene muchos pasos como el corte, plegado, embuchado, encuadernado, etc, todo eso hace que el sangrado sea aún más importante y necesario para un resultado satisfactorio.

Márgenes:
Cuando nuestro cliente quiere poner mucho más texto que el que en realidad cabría en una página, o simplemente porque nuestro sentido estético nos traiciona (todo puede pasar!!), podemos caer en el error de intentar reducir los márgenes al máximo. No voy a entrar en criterios estéticos, pero a nivel técnico es muy probable que te encuentres con un problema. Teniendo en cuenta que los sangrados son necesarios por si la guillotina corta un milímetro o un poco más por el exterior de las cruces de corte, debemos también dejar suficiente espacio entre los textos y la línea de corte, por si esa imprecisión ocurre pero a la inversa, que la guillotina corte un milímetro o un poco más por dentro del corte.

Es recomendable un margen en todo el perímetro del documento de al menos 7 milímetros aprox. Cumpliendo esta norma no arriesgarás los contenidos, que aunque probablemente no se cortarían, posiblemente sí quedarían demasiado cerca del borde de la hoja dando un aspecto poco profesional.

Márgenes de Revistas:
Para las revistas, estos márgenes deben ser superiores y son importantísimos. Como expliqué con los sangrados, en el manipulado de una revista hay muchos procesos (corte, plegado, embuchado etc…)… Y cuantas más páginas tenga la revista (o grueso sea el papel), más generosos deben ser los márgenes. Esto es debido a que las revistas, especialmente las de acabado grapado, se componen de cuadernillos que van unos dentro de otros, los cuadernillos centrales sufren un desplazamiento de algunos milímetros hacia el exterior, cuantas más páginas tenga la revista, mayor será ese desplazamiento.

Puedes hacer la prueba si tienes una revista grapada de más de 90 páginas a mano, si mides las primeras páginas o las últimas, te darás cuenta de que son un poco más anchas que las páginas cercanas a las centrales, sí aunque las hayas diseñado todas iguales!!…desgraciadamente las leyes de la física no perdonan… Todo esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de dar márgenes a tus archivos.

Resolución / optimización:
La imágenes que componen nuestros diseños deben estar a 300-360 dpi. y en el tamaño definitivo al que se van a imprimir. Aunque parezca obvio, de nada sirve comprar una imagen a 300 dpi que mide 10x15cm, si luego la vamos a estirar a un tamaño mayor… la cantidad de píxeles no se multiplica cuando ampliamos una imagen, sino que estos se amplían en tamaño con lo que muy probablemente nuestros ojos los percibirán, es cuando decimos que una imagen está “pixelada”.

Tampoco es aconsejable utilizar una imagen muy grande para luego reducirla en Illustrator, InDesign o Corel Draw, los ajustes de tamaño y resolución es aconsejable hacerlos en programas de edición de imagen como Photoshop, de esta manera a parte de evitar posibles defectos en la calidad de las imágenes, evitamos sobrecargar de peso el archivo, es decir lo optimizamos para que sea más fácil trabajar con él.

Formato PDF, el ideal:
Hoy en día, las imprentas ven los cielos abiertos cuando el cliente les entrega un archivo PDF. De hecho, cada vez hay más imprentas que sólo admiten estos archivos. Un archivo PDF bien configurado nos garantiza que todo lo que hemos decidido sobre nuestro arte final, será respetado por la imprenta.

No pasa lo mismo con los mapas de bits (JPEG o TIFF) ya que estos formatos carecen de mucha información importante para la imprenta. Un JPEG o TIFF se puede imprimir en buena calidad, pero no sin antes haber tenido que explicar detalladamente algunos asuntos como cuál es el tamaño al corte del archivo o cuántos milímetros tiene de sangrado. Un PDF bien configurado tiene toda la información que una imprenta necesita.

Fuentes:
Cuando preparamos un archivo en formato PDF es recomendable incrustar las fuentes. Si tu imprenta admite otros archivos, como los de InDesign o Illustrator, los programas de Adobe te dejan crear carpetas para imprenta con la opción “empaquetar” en los que incluirá automáticamente las fuentes que hayas utilizado en tu documento.

Si lo que quieres entregar es un archivo Corel Draw, mi recomendación es que conviertas todos los textos a curvas o bien te asegures de adjuntar la fuente cuando entregues el archivo a imprenta. No tomar estas precauciones puede acarrearte alguna que otra sorpresa desagradable, incluso cuando hayas utilizado fuentes muy comunes como Helvética o Arial, la versión de tu fuente puede tener diferencias con la versión de la fuente que tiene instalada la imprenta en sus equipos.

Sobreimpresión activada involuntariamente:
Muchos diseñadores han tenido alguna experiencia desagradable con la activación involuntaria de la sobreimpresión de algún color. En los programas de Adobe como In Design o Illustrator se suele dar con más frecuencia que el diseñador tiene activado “sobreimprimir” en algunos de los colores de su paleta sin darse cuenta, el resultado una vez impreso el trabajo puede ser desastroso. En ambos programas puedes activar la vista de sobreimpresión (en el menú ver), es conveniente tenerlo activo todo el tiempo para poder darte cuenta de este error. En programas como Corel Draw es muy difícil que esta opción esté activada por defecto.
sobreimpresion
Por otro lado conviene tener presente que la mayoría de las imprentas suelen activar automáticamente la sobreimpresión del negro para mejorar los resultados finales (se activa cuando el porcentaje de negro es superior al 97% ó 99%, depende de la imprenta), sobreimprimiendo el negro se evitan sobre todo imperfecciones en textos sobre fondos de color, ya que es casi imposible ajustar a la perfección los textos calados.

Para jugar con el tema de las sobreimpresiones es recomendable tener bastantes conocimientos previos al respecto, hay mucha información online muy útil y siempre puedes consultar con tu imprenta de confianza, seguro que ellos estarán encantados de resolver tus dudas.

Y a rasgos generales estos son los requisitos básicos para garantizar que tus trabajos salgan como tu deseas. Cada vez menos imprentas se prestan a modificar archivos creados por otros, y si uno lo piensa con detenimiento, tienen razones de peso para no hacerlo, abrir un archivo que ha creado otro encierra unos riesgos y en caso de que surja un error de esa modificación (cambio de fuente, capas que se ocultan, erratas…) la responsabilidad caería sobre la imprenta.

Así que si aprecias a tu colaborador no le pongas en el compromiso de pedirle que termine de hacer tu trabajo, él si accede por ayudarte multiplica los riesgos, y créeme, ya corre bastantes en cada proceso, desde que empieza la impresión hasta que se entrega el trabajo.

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